Siempre has confiado en el poder estratégico y creativo de la comunicación digital. Y gracias a tu paciencia, constancia y esfuerzo, estás en el camino y en el momento adecuado. Como dicen, la suerte es de quienes salen ahí fuera a buscarla.

Tu conexión con tu comunicación interna está clara: tienes claro quién es tu audiencia, qué beneficios les aportas y cuál es tu propuesta de valor. Sin embargo, sientes que te falta algo. Una chispa que, de una vez por todas, dinamite tu valor diferencial a través de la visibilidad y el posicionamiento en el universo digital.

Esa chispa se llama comunicación externa: porque una cosa es que tú lo tengas todo súper claro, y otra es que tu audiencia así lo comprenda también. La difusión no es tu punto fuerte, pero te esfuerzas día a día para dar a conocer todo lo bueno que aportas al mundo.

¿Son los contenidos, los canales digitales, el diseño, el formato…? Hay algo que no termina de encajar. Son tantas preguntas, que no te da tiempo a analizar qué está pasando. Y ahí es donde necesitas un punto de apoyo. Porque al final del día, tu tiempo limitado y piensas que “mejor hecho que perfecto”.

Necesitas poner un orden lógico, flexible y coherente a tu situación, creando un contexto en el que tu comunicación digital también tenga cabida y no sea lo último que atender. Ahora, generar un hábito comunicativo es imprescindible, pero de eso tú sabes bastante.

Tu audiencia te necesita. Pero más aún, necesitan vivir la experiencia emocional como si de una burbuja de sensaciones se tratase. La pregunta es: ¿estás preparado/a para ello?